El perfilamiento racial en nuestro ‘crisol’
SAMUEL SAMUELS
2011-12-04 T odos los días, la gente en los barrios populares del país, negra en su gran mayoría, es ultrajada y maltratada por agentes de la Policía Nacional, institución cuyo lema reza, paradójicamente: ‘Proteger y servir’. Para muchos de ellos, ser pobre y negro es sinónimo de delincuente.
La frase ‘Panamá es un Crisol de Razas’ parece ir quedando en el mundo de la retórica, puesto que no todos somos tratados por igual en el arco iris. El asunto se agrava por la resistencia a reconocer que en nuestro país existe, además de distingo de clases, discriminación racial.
Esto se hace más evidente, cada día, cuando observamos que la criminalización de la pobreza se cruza con el color de la piel. ¿Acaso no es más que injustamente suficiente que los afrodescendientes estén excluidos de los beneficios del desarrollo del país? ¿También la Policía Nacional los tiene que mirar y tratar como delincuentes?
El perfilamiento racial es la práctica de utilizar estereotipos étnicos o raciales en lugar de la conducta individual; la descripción de sospechosos o el conocimiento acumulado, para dirigir los actos de las fuerzas de la ley. En nuestro medio se manifiesta de diferentes formas, entre las que podemos mencionar: el uso desproporcionado y arbitrario del Pele Police, la ‘retención’ arbitraria y requisa a personas ‘de tez acostumbrada’, y el trato extremadamente agresivo a las personas, durante los patrullajes en barrios populares.
Como han señalado varios expertos sobre este tema, en Panamá el perfilamiento racial contribuye a innecesariamente tensar más las ya frecuentemente tensas relaciones policía — comunidad, y es, además, una práctica policial ilegal, inefectiva e injusta.
En ese sentido, hay que celebrar una reciente iniciativa desarrollada por la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que consistió en la organización de un Taller sobre perfilamiento racial y derechos humanos, con el fin de que un grupo de jóvenes líderes afrodescendientes se conviertan en agentes multiplicadores, en el proceso de formación de otros ciudadanos afropanameños, para que puedan demandar el respeto de sus derechos ante la violación de los mismos.
Creo que también es momento de recordar la recomendación que el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) de la ONU le hizo al Estado panameño, en 2010, en el sentido de que es urgente que en el país se realicen campañas de sensibilización sobre la discriminación racial y el combate a estereotipos existentes. Igualmente, la ONU ha recomendado al Estado que eduque y entrene a sus oficiales de gobierno en el tema.
Me parece que esas directrices deberían ser asumidas, particularmente, por la Policía Nacional, que ve en cada muchacho pobre y negro a un ‘sospechoso’.
Ya va terminando el 2011, Año Internacional de las Poblaciones Afrodescendientes, declarado por la ONU, y es evidente que el Gobierno Nacional no ha escuchado o, al menos, no le ha prestado atención a esas recomendaciones del CERD, pese a las crecientes voces de personas que como yo claman por políticas públicas de combate al racismo y la discriminación racial en Panamá.
La denuncia y el rechazo del perfilamiento racial en Panamá no es una cuestión de caprichos. Tampoco tiene que ver con ningún ‘complejo’. Respetar los derechos humanos de todos los panameños, sin distingo de raza, es una obligación del Estado.
MIEMBRO DE LA COMISIÓN NACIONAL CONTRA LA DISCRIMINACIÓN.
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